jueves, 21 de agosto de 2008

Descansen en paz


Saludos a la blogosfera!. Escribo desde la desolación por el accidente aereo que tiñó de luto el verano español. Cuando salí de comer de casa de mis padres se adelantaba la noticia y no eran muy optimistas y se hablaba de siete personas fallecidas pero al llegar a mi casa las luctuosas noticias me helaron el corazón.

Cuando leo las declaraciones de alguna superviviente y el hecho de que el avión se retrasó primeramente en la salida por problemas técnicos y que alguno de los ocupantes pudo llegar a cambiar de avión y salvar la vida me ha venido a la cabeza el pequeño relato Cita en Samarra que comparto con vosotros:

"Vivía en Bagdad un comerciante llamado Zaguir. Hombre culto y juicioso, tenía un joven sirviente, Ahmed, a quién apreciaba mucho. Un día mientras Ahmed paseaba por el mercado, se encontró con la Muerte que le miraba con una mueca extraña. Asustado, echó a correr y no se detuvo hasta llegar a casa. Una vez allí le contó a su señor todo lo ocurrido, y le pidió un caballo diciendo que se iría a Samarra donde tenía unos parientes, para de ese modo escapar de la muerte. Zaguir no tuvo inconveniente en prestarle el caballo más veloz de su cuadra, y se despidió diciéndole que si forzaba un poco el caballo podría llegar a Samarra esa misma noche.

Cuando Ahmed se hubo marchado, Zaguir se dirigió al mercado y al poco rato encontró a la Muerte paseando por los bazares." Por qué has asustado a mi sirviente? - preguntó a la Muerte. Tarde o temprano te lo has de llevar, déjalo tranquilo mientras tanto"... "Oh, no era mi intención asustarlo - se excusó ella-, pero no pude evitar la sorpresa que me causó verlo aquí, pués esta noche tengo una cita con él en Samarra"

Descansen en paz y que sus familiares y amigos obtengan la fuerza necesaria en estos casos

1 comentario:

yáñez dijo...

La Parca está en todas partes y creo que tienes razón al insinuar que todos tenemos el DESTINO o el AZAR escrito, pero me siento impotente y resentido ante el pensamiento de la MUERTE de los niños, la de lo adultos quema pero pensar en esos niños me mata, por lo que no puedo creer en Dios, un dios tan miserable como para necesitar cerca a los niños.