martes, 12 de febrero de 2008

Tolerancia a la frustración


Saludos. Me acuerdo que hace un lustro más o menos hice una prueba que se utiliza en las entrevistas de selección de personal consistente entre otras cosas en un cuestionario de cómo te ves ante los demás y como crees que ellos te ven a tí. Entre las capacidades, virtudes y defectos que salían de aquella prueba me destacaron el nivel alto de "tolerancia a la frustración" que poseía. Para determinados trabajos esos indices de tolerancia harían que el puesto fuera sin duda para alguien como yo.

Esa tolerancia a la frustración me ha ayudado sobremanera en un año frío economicamente como el que he padecido en el ejercicio anterior y me ayuda en distintos frentes de la vida cotidiana. Es una actitud que se torna aptitud como dirían los expertos.

Pues bien. Hoy que se cumple un mes de mi dolencia en mi pie izquierdo siento que esa tolerancia a la frustración es tolerancia cero o como mucho 0,0. Lo que no consigue ni la dificultad por llegar a fin de mes o ver como "rojean" mis cuentas lo consigue el sentirte un minusvalido que no puede dar un paso detrás de otro o tiene que cruzar un paso de cebra en varias etapas acompañado de gente de tu nueva "familia": la de los que se apoyan en una muleta o bastón de diseño.

Ese pequeño acto instintivo que es caminar, cuando no puede hacerse con normalidad frustra al más pintado. Esto me pasa por mi habitual suerte en la vida pues nunca he tenido mal importante alguno y esta menudencia me bloquea y me amarga, lo se.

Cuando no puedes hacerlo es cuando te das cuenta de las pequeñas cosas que echarías de menos en caso de no tenerlas. Un simple paseo por el Madrid antiguo culminado con un cafelito en el Café Madrid son ideas peregrinas en estos momentos y hacen hundir mi dichosa tolerancia.

Volveré a escribir cuando me sienta mejor. Mi frustración ahora mismo no la ayuda a superar ni mi chica del collar de Kriptonita verde...

miércoles, 6 de febrero de 2008

Cuentos de mudanzas


Saludosss corrdialess. Es lo que tienen las mudanzas. Se encuentran cosas que se creían perdidas. Antes de tirarlo quiero publicar este viejo cuento que nunca fue entregado a su destinataria. Es lo que tiene el Diógenes. Guardas, guardas y al final no encuentras. Ahí va:

"Erase una vez una princesita alegre, fuerte y luchadora, que vivía en un reino muy, muy lejano. Vivía en el Castillo del Rey, su padre, y con la Reina, su madre. Ella era feliz consigo misma, encerrada entre las cuatro paredes de sus aposentos. Tenía el más preciado tesoro, aquel que su hado padrino le concedió al nacer...el don de la fuerza, del espíritu de lucha, el don de salir adelante, obviando las adversidades y saltando por encima de ellas. Pero, el mismo día que su hado le hacía este preciado regalo, la malvada bruja del reino dejaba caer sobre la princesa una maldición: "el día que tu corazón deje de andar solo y fuerte, te convertirás en alguien debil y perderás el control de tu alma. Regalarás tu vida y sufrirás tu sola".

Y pasaron los años...Un buen día apareció un apuesto caballero de ojos color cielo claro que enamoró a la princesa. Se sentía afortunada. Pero el don desapareció. Se cumplió la maldición de la malvada bruja. La princesa se convirtió en un ser infeliz y debil, había regalado enteras su alma y su vida al apuesto caballero. El caballero acabó abandonandola y se marchó a su reino, cabalgando con su caballo, sin mirar atrás, pensando que aquello era lo mejor. Que la princesa valía más sola y fuerte, que triste y perdida por haber regalado su alma. Que la princesa había perdido su alegría, y la sonrisa que lo enamoró no la encontraba. Desde ese día, la princesa dormía entre lágrimas todas las noches, pensando en que jamás podría volver a vivir sin su apuesto caballero de ojos color cielo claro. Creía que había perdido toda su vida, que no sabría volver a soñar.

De una de sus miles de lágrimas derramadas, apareció su hado: "Oh princesa...me duele tanto verte así...Tú siempre supiste luchar, tu siempre fuiste fuerte, siempre salías airosa de las situaciones adversas, siempre encandilabas a tu reino con tu espíritu positivo, tus ojos llenos de vida, y tu sonrisa permanente... Maldigo a la bruja que te hizo esto..."Y la bruja apareció de entre las sombras:"¿Es que no quereis daros cuenta? Toda persona es dueña y creadora de sus defectos y sus virtudes. Toda persona controla los tesoros y maldiciones. Tú, princesa, tú sola dejaste marchar tu alma, tú sola perdiste la sonrisa, tú sola te dejaste perder"

-¡¡¡Márchate!!!- gritó llena de ira la princesa. -No puedo marcharme...soy tú misma- replico la bruja.-¿Qué estás diciendo?- preguntó la princesa triste, convertida ahora en un profundo océano de dudas.-Intento decirte, querida princesa, que tú eres yo. Que el hado eres tú. Que sólo existimos en tu cabeza. Tú nos controlas. Estamos aquí porque tú nos has inventado. Estamos aquí porque tú quieres que estemos. Pero no existimos. Todo, mi querida princesa, lo has inventado tú. La princesa dejó de llorar. Abrió los ojos. El día despertaba. Se vio sola. Ni el hado ni la bruja estaban con ella. En ese momento comprendió que, ella había sido fuerte porque ella misma se había hecho fuerte, luchaba contra todo porque así había aprendido a vivir. Aquel don lo consiguió por sus propios medios. Y, aquella maldición, se la había creado ella sola. Cometió el error de regalar su alma. Ahora veía todo claro...volvía a ser feliz... y tenía toda la vida por delante"

Amén.