Lo imposible

Saludos a la blogosfera!. Me encanta comer con amigos. Para mi comer es un placer como tal, pero es aún más si es en compañía de gente que aprecias y que no ves tanto como quisieras, como ha sido este caso con mis compañeras del antiguo despacho. Después de contarnos las vacaciones, siempre en agosto, claro, y tras las inevitables anécdotas judiciales, de las críticas a la justicia, de las reprimendas a los jueces como representantes de esa mal llamada justicia, y hasta el hartazgo respecto a muchos justiciables, después, digo, vienen las charlas filosóficas.

Hoy ha tocado la lucha por lo imposible. La paradoja de tener que luchar muchas veces contra corriente cuando esa corriente te puede llevar gratuitamente y sin esfuerzo. En estas charletas se ve el carácter de la gente. Los que se conforman con poco (o mucho) tras el transcurso de los años o los que estamos siempre a vueltas con todo aquello que chirría, con todo aquello que no nos gusta y luchamos por cosas que a primera vista parecen imposibles.

Porque lo imposible tiene la belleza de las estrellas, que en la lejanía tililan vanidosas de su inalcanzable luz, lo imposible tiene el olor del Mar, que en sus profundidas guarda secretos jamás vistos, tiene el sonido de un trueno, imponente, mortífero y majestuoso ... pero lo imposible tambien tiene el color del otoño, el sabor de una nube y el murmullo de los pasos de una sombra. Lo imposible es a lo que siempre tendemos, lo que nos inspira, impulsa, motiva y en una palabra, nos encumbra sobre lo conocido y probado y abre los espacios insondables de lo no alcanzado, lo no conocido, olido, sentido, experimentado. Lo imposible hincha las velas del alma y nos lleva a surcar costas ignotas y mares tras cuya niebla puede que encontremos el fin del mundo ... o puede que no, que sea sólo el principio. :-)