Saludos a la blogosfera!. Hoy me desayuné con la noticia de que un ciudadano que ha estado cumpliendo condena durante la friolera de 13 años por dos delitos de violación que ahora parece probarse que no cometió, ha sido declarado inocente por la sala de lo penal del Tribunal Supremo. Ahora, después de 13 años en la cárcel parece que hay pruebas concluyentes de que él no cometió esos delitos y que junto con otras pruebas, el reconocimiento del que fue objeto por ser también "pequeño y gordito" no era muy acertado.
Permitidme que se me pongan los pelos de punta pensando en este ciudadano. Os puedo asegurar que la experiencia de la cárcel no es nada enriquecedora. He tenido ocasión, más de una vez, de pasar esa puerta que conduce a la privación de libertad para ver a algún cliente y desde el imborrable recuerdo de la primera puerta que se cierra tras de tí con un golpe seco y ensordecedor, hasta los olores, las visiones y las sensaciones varias pero ninguna buena, no es recomendable para nadie y si encima no has hecho nada...
Hace un siglo, Concepción Arenal escribió que los jueces eran como algunos médicos, que recetan una medicina sin saber el efecto que causa porque condenan a cumplir años de prisión, sin conocer, ni de visita, cómo son las cárceles... Ah!, y por cierto, espero que errores como este sirvan aunque sólo sea para que hagan replantearse algunas posiciones favorables a la cadena perpetua...
3 comentarios:
Oye,oye, Picapleitos, sin faltar eh?? Los médicos somos un asco, pero no nos compares con los jueces, por Dios!.....jiji. Es bromita.
Lo de la cadena perpetua es un tema, sin duda, sumamene delicado...
Menos mal que existen picapleitos buenos...Como tú.
MUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUAKS
hombre, si éste hombre hubiera estado cumpliendo la perpetua, su suerte hubiera sido idéntica, pero si le hubieran aplicado una pena física, como la castración ..., no digamos ya la pena de muerte.
Comentando otra parte de tu post, las cárceles son grandes desconocidos. Lo único que se sabe de ellas es que De Juana comía langostinos cuando quería. Parece que el hecho de estar años encerrado entre cuatro paredes, rodeado de yonkis, tirados y todo tipo de escoria no es un "castigo" suficiente a ojos de algunos. Quizá una experiencia como la de Hamburgo, donde la prisión se encuentra en medio del parque central de la ciudad, ... Imagina pasar corriendo 365 días al año delante del penal, pensando en tus cosas, en el curro, en tu familia, en el próximo finde, en la cerveza que te vas a tomar con los amigos. Los reclusos que te ven desde sus ventanillas también piensan en lo mismo, con la diferencia de que no lo pueden disfrutar.
Te recomiendo "Los ojos del hermano eterno", de Stefan Zweig; un relato que trata este mismo tema, y muchos otros por cierto, con interesantes conclusiones.
Un saludo!
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